Bienvenidos a la Filosofía

Esperamos que éste sea un lugar que nos permita estar mucho más comunicados, pero especialmente un lugar donde podamos reflexionar sobre aquellos temas que más te interesan y te motivan.

jueves, 4 de marzo de 2010

Naturaleza y sentido del dolor humano

Estimados amigos y amigas: Después de más de un año de silencio, hemos decidido reabrir este sitio de reflexión y profundización filosófica, con la finalidad de tener un lugar donde dialogar sobre aquellos temas que nos apasionan y enriquecen. Esperamos que al igual que lo planteado en el proyecto original, el tema de reflexión mensual sea culminado con una conferencia o charla de algún profesor de esta universidad.
Dados los recientes acontecimientos que han asoaldo a nuestro país, hemos decidido comenzar nuestra reflexión sobre: "La naturaleza y el sentido del dolor humano". Para lo cual proponemos los siguientes textos para su lectura, comentario y profundización. Por supuesto, que además, tienen completa libertad para sus personales reflexiones. Sobre este tema ya hemos fijado una conferencia el día martes 30 de marzo a las 11:30 hs. Están todos invitados.
Texto 1
"Dentro de cada sufrimiento experimentado por el hombre, y también en lo profundo del mundo del sufrimiento, aparece inevitablemente la pregunta: ¿por qué? Es una pregunta acerca de la causa, la razón; una pregunta acerca de la finalidad (para qué); en definitiva, acerca del sentido. Esta no sólo acompaña el sufrimiento humano, sino que parece determinar incluso el contenido humano, eso por lo que el sufrimiento es propiamente sufrimiento humano.
Obviamente el dolor, sobre todo el físico, está ampliamente difundido en el mundo de los animales. Pero solamente el hombre, cuando sufre, sabe que sufre y se pregunta por qué; y sufre de manera humanamente aún más profunda, si no encuentra una respuesta satisfactoria. Esta es una pregunta difícil, como lo es otra, muy afín, es decir, la que se refiere al mal: ¿Por qué el mal? ¿Por qué el mal en el mundo? Cuando ponemos la pregunta de esta manera, hacemos siempre, al menos en cierta medida, una pregunta también sobre el sufrimiento.
Ambas preguntas son difíciles cuando las hace el hombre al hombre, los hombres a los hombres, como también cuando el hombre las hace a Dios. En efecto, el hombre no hace esta pregunta al mundo, aunque muchas veces el sufrimiento provenga de él, sino que la hace a Dios como Creador y Señor del mundo.
Y es bien sabido que en la línea de esta pregunta se llega no sólo a múltiples frustraciones y conflictos en la relación del hombre con Dios, sino que sucede incluso que se llega a la negación misma de Dios. En efecto, si la existencia del mundo abre casi la mirada del alma humana a la existencia de Dios, a su sabiduría, poder y magnificencia, el mal y el sufrimiento parecen ofuscar esta imagen, a veces de modo radical, tanto más en el drama diario de tantos sufrimientos sin culpa y de tantas culpas sin una adecuada pena. Por ello, esta circunstancia —tal vez más aún que cualquier otra— indica cuán importante es la pregunta sobre el sentido del sufrimiento y con qué agudeza es preciso tratar tanto la pregunta misma como las posibles respuestas a dar"Juan Pablo II. Encíclica Salvifici Doloris).
Texto 2
La sociedad moderna, tanto en Occidente como en el Este, también silencia la pregunta sobre el sufrimiento, pero de una manera distinta, es decir, suprimiéndola. La sociedad moderna concentra sus esfuerzos en la evitación y en la disminución del sufrimiento, y, por cierto, tratando de evitarlo no sólo de una manera indirecta, sino directa, como es eludiendo su interpretación. Los métodos y técnicas para evitar el sufrimiento tienen, sin embargo, por desgracia, efectos paradójicos. Tomados en su conjunto no aumentan la felicidad, ya que transforman el horizonte de las expectativas, y no eliminan con ello la discrepancia entre lo que creíamos poder esperar y lo que realmente sucede. Incluso se ha ensanchado esa discrepancia en algunas sociedades fundamentadas en el aumento de las necesidades. Pero aunque bajemos el nivel de tolerancia para soportar las frustraciones, al final siempre obtenemos la misma suma, o incluso un aumento del sufrimiento.Cuando, como sucede en estos últimos tiempos, leemos con frecuencia que algunos colegiales se suicidan porque han llevado a casa malas notas, no cabe buscar la razón simplemente en que el juicio sobre las calificaciones escolares sea en los padres de hoy más severo que en los del siglo XIX. La razón está más bien en un índice más bajo de tolerancia respecto de las sensaciones de frustración. Konrad Lorenz ha hablado del creciente infantilismo que impulsa sin cesar hacia una inmediata satisfacción, y que incapacita por ello para soportar situaciones en las que no se da una satisfacción inmediata. Aquí es donde acaece el verdadero sufrimiento. No tiene sentido dudar de que esos jóvenes sufren, pero, ¿por qué sufren? Se trata evidentemente del efecto paradójico de una actitud .motivada absolutamente por el intento de evitar el sufrimiento. Un actitud que incapacita para soportar el padecer y aumenta con ello el sufrimiento. Max Scheler ha mostrado que las formas más altas de felicidad son aquellas que no se pueden alcanzar directamente. Yo puedo, sin duda, procurarme un deleite físico, pero las formas más altas de alegría, de profunda satisfacción, de felicidad, no las alcanzo por estudiar Psicología o por aprender técnicas de maximalización del placer. Una civilización fundamentada en el lamento, en la que cada uno tiende a compadecerse de sí mismo y a quejarse de su nefasta situación, apenas tiene ya impulso para hacer a los hombres felices. En la literatura psicoanalítica se dicen muchas cosas sobre el triunfo del placer, pero nunca se habla de la alegría. (Robert Spaemann. El valor del sufrimiento)
Texto 3
"La delectación y el dolor pueden ser causados por una doble aprehensión, es decir, por la aprehensión de un sentido externo y por la aprehensión interior, ya del entendimiento ya de la imaginación. Ahora bien, la aprehensión interior se extiende a mayor número de cosas que la aprehensión exterior, porque todo lo que cae bajo la aprehensión exterior cae bajo la aprehensión interior, pero no al contrario. Así, pues, solamente aquella delectación que es causada por la aprehensión interior recibe el nombre de gozo, como se ha dicho anteriormente (q.31 a.3). E igualmente, solamente el dolor que es causado por la aprehensión interior se denomina tristeza. Y del mismo modo que la delectación causada por la aprehensión exterior se llama deleite y no gozo, así también el dolor causado por la aprehensión exterior recibe el nombre de dolor y no el de tristeza. Por lo tanto, la tristeza es una especie de dolor, como el gozo es una especie de delectación"(Santo Tomás de Aquino, I II, q. 35, a.2).

miércoles, 3 de octubre de 2007

Sobre el Bien

Estimados amigos: Este mes de octubre lo dedicaremos, como ya hemos dicho, a la reflexión sobre el Bien. Para lo cual proponemos los textos que siguen. No obstante, si hay algún texto que ustedes quieran proponer a la reflexión sobre nuestro tema, demás está decir, que pueden hacerslo.

Refieriéndose a la división del bien, entre bien honesto, útil y deleitable, dice Santo Tomás: "Parece que esta división propiamente es la del bien humano. Sin embargo, si se considera la razón de bien de forma más elevada y universal, encontramos que esta división propiamente corresponde al bien en cuanto bien. Pues el bien es algo en cuanto es apetecible y es fin de la tendencia del apetito. El fin de la tendencia del apetito puede ser considerado en su comparación al movimiento del cuerpo físico. El movimiento del cuerpo físico termina definitivamente en lo último; y en su marcha a lo último, también termina de alguna manera en los puntos intermedios, y éstos son llamados términos en cuanto que en ellos termina una parte del movimiento. El último término tiene que ser entendido bajo dos aspectos: 1) Uno, como aquello a lo que uno se dirige, como puede ser un lugar a una forma; 2) otro, como reposo en aquello. Así, lo que es apetecido como medio para conseguir el fin último de la tendencia del apetito, se llama útil; y lo que es apetecido como fin último de la tendencia del apetito, se llama honesto, porque se llama honesto a aquello que es apetecido por lo que es. Aquello en lo que termina la tendencia del apetito, es decir, la consecución de lo buscado, es el deleite"

Platón en la República dice: "Lo que proporciona la verdad a los objetos de conocimiento y la facultad de conocer al que conoce es la idea de Bien, a la cual debes concebir como objeto de conocimiento, pero también como causa de la ciencia y de la Verdad; y así, por muy hermosas que sean ambas cosas, el conocimiento y la verdad, juzgarás rectamente si consideras esa Idea como otra cosa distinta y más hermosa todavía que ellas. Y en cuanto al conocimiento y la verdad, del mismo modo que en aquel mundo se puede creer que la luz y la visión se parecen al sol, del mismo modo en éste es acertado el considerar que uno y otra son semejantes al bien, pero no lo es el tener a uno cualquiera de los dos por el Bien mismo, pues es mucho mayor todavía la consideación que se debe a la naturaleza del Bien".

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Sobre la Verdad

En un intento por recuperar este espacio, por conseguir un diálogo entre quienes amamos el saber, vamos a dedicar estos tres meses que restan de clases para reflexionar sobre tres conceptos fundamentales: La verdad, el bien y la belleza. Empezaremos en septiembre estudiando la noción de verdad.
Para lo cual proponemos dos textos:

Pues bien, el juicio sobre una cosa se fundamenta en lo que es esencial en ella, no en lo que en ella es accidental. Por eso, cualquier cosa se dice que es absolutamente verdadera según la relación que tiene con el entendimiento del que depende. Por eso también, se dice que las cosas artificiales son llamadas verdaderas por su relación con nuestro entendimiento. Así, se dice que una casa es verdadera cuando se asemeja a la imagen que hay en la mente del constructor; y que una frase es verdadera cuando expresa un pensamiento verdadero. Asimismo, se dice que las cosas son verdaderas por asemejarse a la imagen de las especies que hay en la mente divina. Ejemplo: Se dice que una piedra es verdadera piedra cuando posee la naturaleza propia de la piedra, según la concepción previa existente en el entendimiento divino. Por lo tanto, la verdad principalmente está en el entendimiento; secundariamente está en las cosas en cuanto que se relacionan con el entendimiento como principio. Según todo esto, la verdad puede ser definida de varias maneras. Pues Agustín, en el libro De Vera Relig., dice: La verdad es aquello con lo que se pone al descubierto lo que algo es. E Hilario dice: Verdadero es el ser que desvela, que deja en evidencia. Todo eso se refiere a la verdad en cuanto que está en el entendimiento. A la verdad de algo en cuanto relacionado con el entendimiento pertenece la definición que Agustín da en el libro De Vera Relig. : La verdad es la semejanza total con el principio; en ella no hay ninguna disimilitud. Y aquella definición que da Anselmo : Verdad es la coherencia sólo perceptible por la mente; pues coherencia es lo que concuerda con el principio. También la definición que da Avicena : La verdad de una cosa es la propiedad del ser que está afincado en ella. Cuando se dice: Verdad es la adecuación entre objeto y entendimiento, esto incluye los dos aspectos indicados. (Santo Tomás de Aquino, I, q.16)

"La noción de verdad satisface, ciertamente, el anhelo de incondicionalidad, el anhelo que lleva a los filósofos a insistir en que debemos evitar el contextualismo y el relativismo. Pero tal anhelo no es sano en absoluto, porque el precio a pagar por la incondicionalidad es el de la irrelevancia práctica. Por consiguiente, creo que la cuestión de la verdad no puede ser relevante para la política democrática y que los filósofos interesados en esta política tendrían que olvidarse de la verdad y ceñirse al tema de la justificación" (Richard Rorty, El pragmatismo, una versión, pág. 82)

viernes, 30 de marzo de 2007

Aristóteles

Este mes, tal como lo hemos anunciado, estará dedicado a la profundización de algunos textos de Aristóteles. El Prof. Mirko Skariça será quien reciba las consultas, comentarios e inquietudes y a fin de mes, cerrará el ciclo con una conferencia sobre el autor en cuestión. Los textos sugeridos son dos. Uno tomado de la Metafísica L. I, cap. 1; y el otro de la Política, L. I cap. 1. Se recomienda la lectura atenta del resto del capítulo en ambos casos.

"Todos los hombres por naturaleza desean saber. Señal de ello es el amor a las sensaciones. Estas, en efecto, son amadas por sí mismas, incluso al margen de su utilidad y más que todas las demás, las sensaciones visuales. Y es que no sólo en orden a la acción, sino cuando no vamos a actuar, preferimos la visión a todas las demás. La razón estriba en que ésta es, de las sensaciones, la que más nos hace conocer y muestra múltiples diferencias.
Pues bien, los animales tienen por naturaleza sensación y a partir de ésta en algunos de ellos no se genera la memoria, mientras que en otros sí que se genera, y por eso estos últimos son más inteligentes y más capaces de aprender que los que no pueden recordar: inteligentes, si bien no aprenden, son aquellos que no pueden percibir sonidos (por ejemplo, a abeja y cualquier otro género de animales semejantes, si es que los hay); aprenden, por su parte, cuantos tienen, además memoria, esta clase de sensación. Ciertamente, el resto de los animales vive gracias a las imágenes y a los recuerdos sin participar apenas de la experiencia, mientras que el género humano vive además, gracias al arte y a los razonamientos" (Metafísica, L. I, cap. 1)
"La razón por la cual el hombre es un ser social, más que cualquier abeja y animal gregario, es evidente: la naturaleza como decimos, no hace nada en vano, y el hombre es el único animal que tiene palabra. Pues la voz es signo del dolor y del placer, y por eso la poseen también los demás animales, porque su naturaleza llega hasta tener sensación de dolor y de placer e indicársela unos a otros. Pero la palabra es para manifestar lo conveniente y lo perjudicial, así como lo justo y lo injusto. Y esto es propio del hombre frente a los demás animales: poseer, él solo, el sentido del bien y del mal, de lo justo y lo injusto, y de los demás valores, y la participación comunitaria de estas cosas constituye la casa y la ciudad" (Política, L. I, cap.1)

martes, 5 de diciembre de 2006

Naturaleza de la Filosofía

Proponemos para la conversación y la reflexión el siguiente texto de Joseph Pieper: "La cuestión que hemos de examinar aquí o, para decirlo sin ambages, la tesis, reza así: Filosofar significa reflexionar sobre lo que nos aparece con vistas a su última razón y significado. Además, este filosofar, así entendido, es un empeño razonable e incluso necesario del que no se puede en modo alguno dispensar el hombre que verdaderamente vive del espíritu o sencillamente, piensa" (Defensa de la Filosofía, p. 12)